Libro sobre la buena enseñanza y educación de los jóvenes (1584)
Datos Generales
Tratado de educación humanista para jóvenes, estudiantes de escuela de gramática latina.
Título del libro: | Libro sobre la buena enseñanza y educación de los jóvenes (1584) |
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Título original del libro: | De puerorum disciplina et recta educatione liber (1584) |
Autor Original: | Juan Funguerio |
Introducción y estudio preliminar: | Beatriz Comella-Gutiérrez |
Traducción: | Virgilio Rodríguez García |
Editorial: | Universidad Nacional de Educación a Distancia-Biblioteca de Autores Cristianos |
Plaza de Edicion: | Madrid |
Año: | 2018 |
ISBN: | 978-84-362-6477-7 |
Páginas: | 635 |
Precios: | Formato papel: 28.50 € Formato electrónico: 12.90 € |
Ficha Catalográfica
Juan Funguerio (denominación castellanizada de Johannes Funguerius) nació en Leeuwarden, capital de Frisia (Países Bajos) en 1546 y falleció en Franecker, una población cercana, en 1612. Su padre y su suegro eran directores de escuelas de gramática y, después de recibir una notable formación académica, les siguió desde el punto de vista profesional. Trabajó en una etapa sumamente creativa en el ámbito de las letras y saberes, pero convulsa desde el punto de vista político-religioso. Se formó en centros universitarios católicos de prestigio, (Lovaina y Colonia), donde estudio artes liberales, lenguas bíblicas, Medicina, Historia y obtuvo el doctorado ambos Derechos. Viajó por media Europa, se relacionó con nobles mecenas y excelentes impresores. Asistió al inicio de la República de los Países Bajos y se adhirió al calvinismo moderado. Fue un gran bibliófilo: su biblioteca personal constaba de 1155 títulos. Autor relativamente desconocido, fue, sobre todo, director y profesor de escuelas de gramática en su Frisia natal, humanista y pedagogo.
El libro consta de 30 capítulos, divisibles en tres áreas: agentes y finalidad de la educación; formación intelectual; formación moral.
Su ideal educativo para la escuela de gramática (equivalente a la escuela media, previa a la Universidad), se fundamenta en las letras clásicas y en el afán por evitar los vicios. Se basa también en el esfuerzo del alumno, que conseguirá con disciplina y empeño sus propósitos en la escuela, auténtico gimnasio del espíritu, donde adquirirá la riqueza inmaterial, más deseable que cualquier otra por ser un tesoro preciado.
Agentes educativos
Los padres, como responsables de la educación de sus hijos desde su nacimiento, deben buscar maestros sabios para encomendarles su instrucción y formación moral. Interesa que sean, en primer lugar, personas de buenas costumbres y religiosas, con amplios conocimientos de las materias que enseñen. La educación de los hijos es un empeño e inversión de los padres; buscarán maestros doctos con moral intachable.
Es necesario que el maestro esté dotado no sólo de ciencia, sino otras condiciones intelectuales (concisión, agudeza y claridad) y hábitos morales buenos (humildad, sensatez, piedad, respetabilidad, afabilidad sin excesos, moderación al imponer castigos). El maestro debe estimar a todos los alumnos, sin dejarse llevar por preferencias o por la fortuna de sus padres.
Se muestra partidario de la escuela pública o abierta a grupos de alumnos, frente a la enseñanza mediante tutores o profesores particulares, aunque conoce casos satisfactorios en la enseñanza privada personal. La escuela es lugar de socialización y aprendizaje: facilita una sana competencia e iniciarse en el uso público de la palabra.
La comunidad cívica posee también una función pedagógica; mediante el buen ejemplo, los mayores facilitan la educación de los estudiantes, que corresponderán con respeto y deferencia, escuchando sus consejos. Los alumnos deben de comprender que la formación recibida posee una dimensión social: cada hombre debe ser útil para sus iguales.
Psicobiología
El maestro debe conocer el carácter de los alumnos para saber orientarles y comprenderles adecuadamente, siguiendo la estela de Plutarco y Quintiliano. Sin embargo, no realiza un estudio de los temperamentos, como Erasmo, ni alcanza los inicios de la pedagogía diferencial de Vives, Juan Huarte de San Juan, ni el determinismo pedagógico del doctor Andrés Laguna.
Reconoce el valor pedagógico del conveniente descanso y cierta diversión. Emplea el término juego con dos acepciones: como entretenimiento o distracción, unida a la actividad física y como recurso pedagógico en clase (acertijos, concursos, fábulas, etc.). Recomienda hacer ejercicio antes de comer, especialmente en el caso de los niños, cuya edad requiere acrecentar y reforzar su vigor. Entre los juegos nobles, aconseja los paseos y salidas al campo, la contemplación de las estrellas; el salto, la carrera, la lucha, la esgrima, la gimnasia, el aro, juegos con pelotas y balones, la natación y la música, el ajedrez y el juego de las damas.
La doctrina fungueriana sobre la salud, vincula la moderación, a cierto determinismo o influencia del medio ambiente en el carácter. Señala los lugares saludables para edificar las casas y las escuelas: sitios aireados y cerca de algún río, evitando los terrenos pantanosos o los valles encerrados; incluso considera que el clima influye en el temperamento. No comparte la teoría hipocrática de los humores.
Recomienda a sus alumnos mayor frugalidad en la comida vespertina, evitar totalmente el vino y trasnochar. Considera suficiente dormir siete horas, algo más en invierno. Armonía y vida de acuerdo con la naturaleza son principios muy acordes con el pensamiento humanista nórdico y su base estoica: el individuo debe buscar el equilibrio, la mesura, evitar extremos dañinos.
Métodos y currículo
Los profesores preferirán fomentar el encomio a los castigos, que siempre serán proporcionales a la edad y falta. Procurarán conocer las dotes y límites de sus pupilos, para sacar de ellos el máximo, mediante la disciplina y la virtud, tomando como modelo a los clásicos que han hecho historia por su valor o su obra escrita y de los ejemplos que como cristianos les proponga la Sagrada Escritura.
El maestro combinará paciencia y disciplina, partiendo de lo más sencillo para llegar a lo complejo; transmitirá la verdad, objeto de todas las ciencias; los alumnos corresponderán estudiando con ahínco para llenar de cultura la alacena de su memoria; aprenderán a leer en voz alta, para alejar el miedo escénico antes de iniciarse en el arte de la retórica siguiendo el modelo ciceroniano; el debate regulado será otra competencia necesaria; adquirirán soltura para hablar y escribir prosa y verso en latín, lengua vehicular de entonces, útil para aprender otras lenguas; secundariamente, conocerán también la lengua griega, alabada por el propio Cicerón, y materias propedéuticas para los estudios universitarios, como Historia, nociones de Derecho y Medicina.
Fungerio presenta una propuesta de currículo de estudios para una escuela de gramática a la que asisten, en un único local, alumnos de entre 7 y 14 años, con distintos niveles de conocimientos. Inicialmente se enseñará la gramática y sintaxis latina con ejercicios escritos en prosa y verso, traducción y declamación. Maestro y alumnos utilizarán siempre la lengua latina en la escuela. Para los más jóvenes recomienda los Diálogos de Erasmo, las Cartas de Cicerón y el teatro de Terencio. Para los mayores, a los poetas latinos Virgilio, Horacio y Ovidio, a los historiadores Tito Livio y Salustio e iniciación al griego, con Jenofonte, Isócrates, Homero, Hesíodo y Aristóteles.
Formación moral
Un tercio del De puerorum, se dedica a la formación moral de los jóvenes que, junto a la alusión a los preceptos bíblicos y los pecados capitales, se hacen presentes tradiciones éticas clásicas. Se aprecia un fondo platónico en dos sentidos: por una parte, se percibe el dualismo de los deseos del cuerpo frente al logos racional y, por otro lado, termina su tratado aludiendo a la metáfora del auriga, encargado de dirigir los apetitos sensibles. También se percibe la doctrina aristotélica sobre las pasiones, entendidas como afecciones del cuerpo y del alma, vinculadas al placer y al dolor. Funguerio hace suyos algunos de los postulados de la Ética a Nicómaco sobre este particular: el ser humano se enfrenta a la vida con valor, amor, piedad, emulación y gozo; pero también con deseo, cólera, temor, envidia y añoranza. Como no podía ser de otro modo, hay referencias a la ética ciceroniana y estoica: el vir bonus que aspirara a la sabiduría no podía dejarse llevar por las pasiones; para ejercer la actividad intelectual y seguir una vida recta debía conseguirse cierto otium, tiempo robado al negotium habitual, y llevar una existencia de acuerdo con la naturaleza, controlando toda pasión irracional hasta alcanzar la tranquilidad anímica o ataraxia. En el modelo de conducta moral que propone se perciben sus raíces clásicas y cristianas. Sigue concretamente el estoicismo de Cicerón y Séneca, retomado por Erasmo y radicalizado por Calvino. La suya es una moral del deber, voluntarista, que mantiene a raya el cuerpo en sentido positivo (actividad física y juegos, régimen de comidas, moderación en la bebida, horas de sueño, normas de saber estar y cortesía) y negativo (pasiones y vicios), teniendo este último mayor predicamento que la exhortación a la virtud.
Juan Fungerio es un representante del humanismo pedagógico del norte de Europa. Esta corriente especial hincapié en cuestiones relacionadas con la religión y la piedad personal; posee unas características propias: en primer término un modelo antropológico basado el hombre interior que busca la relación directa del individuo con Dios, sin mediaciones; en segundo lugar, la asimilación de la cultura grecolatina por influencia italiana desde el punto de vista lingüístico y ético; en tercer lugar, notable interés de los eruditos por las lenguas hebrea y griega para los estudios bíblicos; en cuarto lugar, el desarrollo de tratados educativos y propuesta de reformas para los studia humanitatis y la educación universitaria; en quinto lugar, abundancia de literatura sobre educación cívica y pacifismo; por último, el criticismo y las subsiguientes polémicas intelectuales y teológicas.
El humanismo pedagógico del norte posee una querencia muy marcada respecto a varias figuras de la cultura latina, no olvidados en el Medievo: Cicerón como modelo lingüístico por su claridad y elegancia; Séneca como paradigma moral del estoicismo, la ética del esfuerzo y el irenismo del espíritu; Plutarco y Quintiliano, tanto en su vertiente retórica como en su teoría de la educación, base de la humanista.
La antropología fungueriana parte de la educabilidad del ser humano que, teniendo en cuenta el propio conocimiento, sabe dirigir al auriga que lleva dentro por el camino de su vida. En su teoría del conocimiento parece seguir el iluminismo agustiniano. El fin de la existencia recta es la virtud, conseguida mediante el esfuerzo constante, para establecer consonancia entre la razón y el modo de vida. Ésta debe estar presidida por la moderación de las pasiones y los placeres materiales que, en consecuencia, será la de un vir bonus dicendi peritus, adornado por las virtudes morales y la elocuencia, una cumplida humanitas romana, unida a la religión, una pietas literata et virtus.
Funguerio es un humanista cristiano-calvinista; sin embargo, en la obra analizada, las referencias a la ayuda de la gracia divina, los sacramentos y la oración son escasas; es posible concluir, que su pedagogía sigue el cauce del humanismo del norte, pero da más importancia a los valores éticos humanos que a los cristianos.
La teología de la obra fungueriana es el hombre nuevo que no sólo es imagen de Dios, en cuanto ser dotado de espíritu, inteligencia y voluntad, sino ungido por el bautismo en nombre de la Trinidad y destinado a la vida eterna. El ser humano sabe que Dios cuida sobre todos los asuntos humanos y es salvado por Cristo libertador, con un destino eterno (cielo o infierno); alcanzará el primero si evita el libertinaje y el pecado. Sigue la doctrina tradicional sobre la diferencia entre pecados graves y leves, aludiendo, además a los siete vicios capitales.
1. Edición príncipe y reediciones antiguas
La edición príncipe, fechada en 1584, salió de la imprenta de Plantino en Amberes. En su portada se lee: De puerorvm disciplina et recta educatione liber. Per Ioannem Fvngeri Leovardiensem, MDLLXXXIV, Antverpiae, Christophe Plantin.
Se conserva otra impresión editada en Leiden dos años más tarde; en la primera página aparecen los siguientes datos: De puerorum disciplina et recta educatione liber. Per Ioannem Fvngeri Leovardiensem, MDLLXXXVI, Lvgdvni Batavorvm, F. Raphelengium.
Franciscus van Ravelingen fue yerno de Plantino y estableció una imprenta en Leiden. No tenemos noticia de reimpresiones del De puerorum entre 1586 y 1854.
2. Localización ediciones impresas y ediciones electrónicas
Según el Consorcio Europeo de Bibliotecas para la Investigación (Consortium of European Research Libraries, CERL) hay ejemplares del De puerorum disciplina et recta educatione liber (1584) en las siguientes Bibliotecas: Nacional de los Países Bajos, del Estado de Baviera en Münich, Vaticana, Mazarine (Francia) y Universidades Católica de Lovaina la Vieja y Gante (Bélgica).
De la edición de 1586 conservan ejemplares en: Biblioteca Provincial de Leeuwarden y Biblioteca de la Universidad de Leiden (Países Bajos), Biblioteca de la Universidad de Greifswald (Alemania), Biblioteca Británica (Reino Unido) y Bibliotecas Nacional y Provincial de Verdún (Francia).
A mitad del siglo XIX, una reedición recoge la obra pedagógica de Juan Funguerio y otros humanistas. Es una compilación editada en 1854, por el sacerdote H. J. Feron, con el nihil obstat del vicario general de su diócesis (Tournai, Bélgica): VEGIUS, M. - FUNGERIUS, J. - ENGERD, J., De educatione liberorum et eorum claris moribus, libri sex. De puerorum disciplina et recta educatione liber. Methodus de liberalibus pueritiae et adolescentiae studiis (ex typis Casterman filiorumque, Tornaci 1854).
Más recientes son las siguientes ediciones:
De Puerorum Disciplina Et Recta Educatione Liber (Kessinger Pub. Co. Montana, 2010).
De Puerorum Disciplina Et Recta Educatione Liber (General Books, London, 2012).
Ediciones electrónicas:
De la edición príncipe (1584): Biblioteca del Estado de Baviera
De la edición de Leiden (1586): Biblioteca Británica