El afán por el estudio
Datos Generales
Tratado sobre el recto afán de estudiar y las artes liberales, según un maestro agustino del siglo XI.
Título del libro: | El afán por el estudio |
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Título original del libro: | Didascalion de studio legendi |
Autor Original: | Hugo de San Víctor |
Introducción y estudio preliminar: | Carmen Muñoz Gamero |
Traducción: | María Luisa Arribas Hernáez |
Editorial: | Universidad Nacional de Educación a Distancia- Biblioteca de Autores Cristianos |
Plaza de Edicion: | Madrid |
Año: | 2011 |
ISBN: | 978-84-362-5924-7 |
Páginas: | 459 |
Precios: | Formato papel: 29.45 € Formato electrónico: 12.65 € |
Ficha Catalográfica
Los datos biográficos de Hugo de San Víctor son escasos y, en algunos casos, inciertos. Su nacimiento suele situarse en torno al año 1096 en Hartingam (Sajonia), en el seno de una familia nobiliaria, si bien algunos autores creen que era de origen flamenco, u oriundo de Lorena. Ingresó joven en la abadía de San Patricio (Hamersleven) bajo la regla de San Agustín. En torno al año 1115 (por motivos inciertos) se trasladó a París, donde pasó a residir en la abadía de San Víctor (existe constancia documental de su presencia allí desde el año 1127). Se formó bajo la tutela del prior Tomás, a quien sucedió en la dirección de la escuela cuando éste murió en el año 1133. En este lugar se hizo célebre como maestro, recibiendo el epíteto de “segundo Agustín”, debido a sus amplios conocimientos y a su espíritu pedagógico, que demuestra especialmente en el Didascalion. Dejó numerosas obras (además de haber otras que se le atribuyeron sin certeza), que están recogidas, en su mayoría, en la Patrologia Latina de Migne (vols. 175-177). Falleció en el año 1141.
La obra se divide en seis libros, donde muestra claramente sus líneas pedagógicas desde un primer momento. Para Hugo de San Víctor la sabiduría es lo primero a lo que ser humano debe aspirar (y el fin último es la contemplación del orden divino), y sobre este criterio basa su esquema pedagógico, para el que ofrece un método, aspecto del todo esencial en su concepción educativa. La obra sigue la tradición literaria de las res gestae, y adolece, en cierto sentido, de asistematización al yuxtaponer diversas partes. Sin embargo, el libro sigue un orden lógico y se aprecia cómo Hugo de San Víctor plantea su sistema de enseñanza para la contemplación del orden divino. Para ello, el autor recurre constantemente a la cita de autores eclesiásticos y profanos, mostrando un amplio número de fuentes y referencias.
El libro I está dedicado a desarrollar los conceptos sobre los que se sustenta el sistema pedagógico: la naturaleza del ser humano, su lugar en el mundo, la importancia de la sabiduría (objetivo fundamental de la filosofía y, por ende, de todos los saberes), el origen de las artes liberales... Contempla en el ser humano tres fuerzas del alma: las funciones básicas (común a todos los seres vivos), la sensitiva (común a los demás animales) y la racional, exclusiva de él y que debe cultivar debidamente mediante la educación, el estudio y el trabajo.
El libro II trata sobre la división de las artes. Hugo de San Víctor establece en cuatro categorías de conocimiento: teórico (sobre la aprehensión de la verdad), práctico (sobre le vivencia de la virtud), mecánico (sobre las necesidades profesionales) y lógico (para facilitar los modos de pensar y argumentar.). Dada la novedad introducida con la mecánica, se plantea una división en siete ciencias: lanificio (elaboración de las vestimentas), armamento, navegación, agricultura, caza, medicina y teatro. Las tres primeras iban dirigidas a satisfacer las necesidades exteriores del hombre, estableciéndose un paralelismo con la gramática, retórica y dialéctica (trivium) y las otras cuatro cubrirían las necesidades interiores, formando el quadrivium mecánico.
En el campo de los saberes teóricos, Hugo de San Víctor sigue, a grandes rasgos, el modelo tradicional de división de saberes en siete artes liberales, pero las altera, de modo que prescinde de mencionar el tradicional trivium (gramática, lógica y retórica) y añade al quadrivium (geometría, aritmética, astronomía y música) la teología, la física y las matemáticas. Para Hugo de San Víctor la lógica es la cuarta categoría del saber y precede al resto de los saberes al ser su base e instrumento. En ella se contienen tanto las leyes del razonamiento como el conocimiento de los términos a utilizar por las otras ciencias. Su objeto es la comunicación humana articulada a través de otras tres artes: la gramática, la dialéctica y la retórica. La gramática es la ciencia que enseña a hablar sin incorrecciones. La dialéctica es una discusión sutil que distingue lo verdadero de lo falso. La retórica es la disciplina dirigida a persuadir de todo lo que sea apto para la enseñanza.
El libro III comienza exponiendo sumariamente la división de las artes antes descritas, habla luego sobre las autoridades en cada arte (en teología, el griego Lino y el latino Varrón; Tales de Mileto en la física, etc.), los tipos de textos que hay (de artes y apéndices de artes), el orden de aprendizaje y el campo o dominio de cada una de las artes. Luego habla sobre tres cosas necesarias para el estudio: dotes naturales, trabajo y disciplina. Más adelante expone cómo debe ser el método de lectura (que para él consiste en el análisis de las cosas desde lo más conocido a lo más oculto, desde lo universal a lo particular), el valor la meditación (como reflexión sobre el origen, modo y utilidad de cada cosa) y de la memoria, la disciplina, la humildad (como principio de la disciplina moral) y el afán por la investigación (de studio quaerendi). Termina el libro tratando sobre otras cuatro cualidades para el estudio y aprendizaje: la tranquilidad, la profundización, la sobriedad y el exilio.
En el libro cuarto, Hugo de San Víctor trata sobre el saber religioso, donde se debe trabajar el estudio de las escrituras (sacrae paginae). A este respecto, explica cuestiones de etimología, composición, estructura y contenido de los libros bíblicos, su canonicidad y la cuestión de los libros apócrifos y cómo llevar a cabo la correcta lectura de los textos para evitar errores. Además, se ofrecen reflexiones y consejos exhortatorios para motivar al estudiante, y se plantean tres modos de leer la Biblia: literal, alegórico y tropológico (que contribuye a adoptar actitudes éticas). En su planteamiento, es muy importante la unidad de vida: para acceder a las Escrituras se necesita previamente una sólida formación (vida intelectual) y debe llevar necesariamente a la virtud (vida moral).
El Didascalion es quizá la obra pedagógica más importante del siglo XII europeo. Es muy variada en su contenido y responde al modelo enciclopédico medieval. Rompe con el molde tripartito tradicional de la ciencia estoica (física, lógica y ética) para establecer un modelo cuatripartito, de sesgo más inductivo, práctico y experimental. Tiene la gran novedad de dar importancia a los saberes mecánicos, transformando la visión meramente utilitaria de los oficios manuales por otra en la que dichos oficios se orientan a la mejora y progreso del ser humano. Se plantea, por tanto, la importancia de los saberes prácticos desde un punto de vista ético, técnico y profesional, que marcó los contenidos y el modo de hacer pedagógico de los siglos XIII y XIV. Pero su principal contribución fue quizá el hecho de que asentó y acuñó los modos de enseñar de una de las escolásticas más genuinas del siglo XII conocida como, precisamente, la victorina. La obra responde de esta manera a las exigencias de su época, cuando se da el despertar urbano en Europa Occidental y se requiere de una educación adecuada a una sociedad que se hace más compleja que el viejo molde tripartito planteado por Adalberón de Laón tiempo atrás.
Hugo de San Víctor dejó enorme impronta en la cultura pedagógica posterior, al menos hasta el siglo XIII y la época álgida de la escolástica. La idea de que en la educación (eruditio) debe darse el cultivo de los saberes y el entendimiento junto a la formación moral (como aspecto fundamental) es bastante clara en este autor. Esto seguiría siendo una importante idea en la pedagogía posterior, como se aprecia, por ejemplo, en Vicente de Beauvais.
1. Edición príncipe y reediciones antiguas
La obra de Hugo de San Víctor, al ser medieval, se transmitió de forma manuscrita. A partir de la invención de la imprenta, conoció muchas ediciones, entre las que destaca la de 1483 (por Petru Kolliche en Balê), la de 1486 (por Johan Grüniger en Estrasburgo), la de 1487 (por Antón Sorg en Ausburgo) y la de De Ingenio de Mabillon, hecha por Vetera Analecta en París en 1723.
2. Localización ediciones impresas y ediciones electrónicas
En el siglo XIX Migne incluyó la obra en el volumen 176 de la Patrologia Latina y también la editó J. Freudung (1896). En el siglo XX Ch. H. Buttimer la editó en 1939. La obra ha sido traducida al inglés (J. Taylor, 1961), francés (M. Lemoine, 1991), italiano (V. Liccaro, 1987), alemán (el estudio más reciente es el de Th. Offergeld, 1997) y portugués (A. Marchionni, 2001).
http://www.thelatinlibrary.com/hugo.html
http://freespace.virgin.net/angus.graham/Hugh.htm
https://www.ub.uni-freiburg.de/fileadmin/ub/referate/04/semapp/WS2003/index.html